viernes, 24 de febrero de 2012

Gallinazco: Saludos Fomes

Hay momentos que no me gustan y que a diario debo vivir. 
Vamos por parte. Cuantas veces le subimos las cejas a conocidos, dándoles una sonrisa de saludo. Está bien una vez, pero si te la topas 5, 6 , 7 ó 10 veces al día y cada  vez, le subes las cejas y vuelta una sonrisa, es para marearse. Debería haber un saludo diario, que sea entendido por todos, como 2yate salude”  y por lo tanto,  no corresponde que te vuelva a subir las cejas, ya con signos de cansancio, pues a la quinta vez, ya no hay sonrisas, sino que sonidos de cansancio, o decir ufff, o hablar de una estupidez como ¡calor!; ¡estoy cansado!; ¡ya falta poco! Etc
Esto pasa generalmente en el trabajo, en los ascensores, cuyo viaje aunque sea hasta el tercer piso se hace tedioso e interminable cuando te toca compartirlo solo con esa persona. También pasa con los conserjes, apoderados, etc. etc
En el estadio, por citar otro ejemplo, saludos a un par de viejos hace más de 20 años., todos ellos “amigos de cejas”. No sé como se llaman, pero sé donde se sientan siempre, y por tanto me doy cuenta de si faltan. ¿Serán ellos tan obsesivos como yo y se darán cuenta si falto yo?
Que nos pasa además?? Que nos encontramos con algún “amigo de cejas” en otro lugar, distinto al habitual, quizás en otra región u otro país, donde anhelas ver algo ó alguien más cercano y ves a este “amigo de cejas”. Ahí si que lo saludas, hasta lo abrazas y se recriminan de que tanto tiempo que se conocen y nunca han hablado, y bla, bla, bla. Luego vuelven a sus lugares de origen, los primeros saludos después del encuentro, son bien afectivos, recuerdan y se rien de donde se encontraron y cualquier tontera que les recuerde el viaje los hace reir. Pasan unos meses y ya solo se dicen hola. Pasa más tiempo y se vuelve a saludar levantando las cejas. Un día, vas con un amigo de verdad, saludas a este personaje y tu amigo te dice ¿Quién es ese ? Y uno le responde “Un huevón que una vez me encontré en un viaje? Nada más. Cierre del círculo.
Otros casos, son por ejemplo ese compañero de colegio que siempre saludaste de cejas, pero que nunca hablaste y en alguna oportunidad te lo encuentras, sabes que lo conoces, pero no recuerdas de donde. Lo  saludas y ambos se miran no sabiendo, de donde se conocen, hasta que se produce un dialogo parecido a este:
Juan        : Se que te conozco pero no me acuerdo bien
Roberto   : Yo igual. Sé que te cacho… Tú trabajabas en Valparaíso
Juan        : No me vine a Santiago ante de terminar el colegio
Roberto   : Pero eras de la quinta región
Juan        : Si, vivía en Villa Alemana
Roberto   : Yo iba a veces para allá, cachai a los Morales?
Juan        : Sergio Morales?
Roberto   : No. Marco Morales
Juan        : ahh
Roberto   : mmmm ahhh a los Pereira si que debis cacharlos. Tenían una hermana rica que estudiaba en Viña
Juan        : A la mina parece que la cacho (es mentira), pero no me acuerdo mucho
Roberto   : Silencio. Ya no sabe que más preguntar
Juan        : mm asi con la huevá
Roberto   : mmm,  calor!!!
Juan        : uuuu silencio…….
Roberto   : Y donde estudiaste la media?
Juan        : En Viña.
Roberto   : ¡En el Rivera?
Juan        : Si poh huevón, de ahí te cacho (ahí se acuerda que Robertito era un pelotudo de lo mas fome y ya quiere irse)
Roberto   : (Sabe que lo encontraban fome y toma la iniciativa para revertir ese negro recuerdo) : “Y que has sabido del guatón Guatón Quiroz.
Juan        : Nada, nunca más supe de ese chancho. Me caía mal.
Roberto   : y del cara de potrillo?
Juan        : No. No lo cacho… silencio
Roberto   : Silencio…
Juan        : (Mirando la hora)… así con la huevá
Roberto   : mmmm, así con la huevá
Juan        : mas silencio…. Así con la huevá
Roberto   : mmmm, mas silencio,   así con la huevá
Juan        : Mira el reloj, ya compadrito, tengo una reunión así que lo dejo. (Nunca tuvo una reunión)
Roberto   : Ya no más. Gusto de verte. Se abrazan
Juan        : Nos vemos
Roberto   : Ya poh, nos hablamos (pero ninguno se deja el teléfono, ni el correo, ni nada)
Juan        : Chao
Roberto   : Chao compadrito
Juan        : Se fue y ni siquiera se acuerda del nombre
Roberto   : Piensa: Siempre fue pesado ese imbécil ¿Cómo se llamaba?

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